Los tres errores de Pizarro
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Rafael Mies
El senador y presidente de la Democracia Cristiana, Jorge Pizarro, está siendo objeto de innumerables reproches. La razón: unos días de vacaciones "legales" en medio de una crisis post terremoto en la zona que lo eligió senador.
La defensa de Pizarro lo intenta exculpar aduciendo tres razones principales: en primer lugar, las vacaciones son "legales" y fueron solicitadas con anterioridad; en segundo lugar, Pizarro habría demostrado ya su compromiso con la zona y, por último, era poco lo que le quedaba por hacer y cualquier cosa no requería necesariamente su presencia física.
Sin embargo, existen a lo menos tres errores en estos argumentos que no sólo hacen injustificable el viaje del senador sino que agravan aún más la situación.
En primer término, ya es sabido que porque algo sea "legal" no lo hace ni con mucho bueno, justo o ético. La legalidad es el límite humano al delito, pero no a la bondad de un acto.
Lo propio de la ética es hacer el bien, lo correcto. La pregunta entonces no es si las vacaciones del senador son legales, sino, ¿un senador se puede tomar vacaciones cuando su distrito ha sufrido un terremoto de 8,4 grados con Tsunami, con trece personas muertas, seis aún desaparecidas, 13 mil 427 personas damnificadas, 80 embarcaciones de distintos tamaños destruidas, 814 viviendas totalmente en el suelo, 1.183 familias sin suministro de energía eléctrica (todos datos oficiales de la Onemi), etc?
En segundo lugar, el compromiso no es una hoja de vida sino una conducta concreta ante una circunstancia concreta. Lo que el senador demuestra al irse de vacaciones sí es compromiso, pero con su familia o con su pasión deportiva, no con sus electores. Ellos legítimamente demandan la presencia de su autoridad en esos momentos y, la triste verdad, es que no está para ellos sino en un partido de rugby.
En tercer lugar, acerca de su presencia física, el senador parece olvidar que una de sus funciones principales como autoridad pública es servir como ejemplo y modelo. Obviamente, no es necesario ni debe tener las competencias para solucionar los miles de detalles técnicos y operacionales de una labor como la reconstrucción de una zona. Pero así como el capitán no está llamado a operar las calderas del barco, su presencia física y cercanía es fundamental para el buen funcionamiento del equipo humano que lo sigue, más aún cuando éste enfrenta una emergencia o una situación de crisis. La sola presencia de la autoridad da tranquilidad y contención, elementos que muchas veces son tan o más importantes que la simple solución técnica.
Por último, y lo más grave de defender sus vacaciones como un "derecho laboral" es que ni siquiera en la empresa privada, cuando esta está en crisis, un directivo la deja botada porque tenía unas "vacaciones programadas". Es cierto, el directivo podría exigirlo y hasta obtenerlo, pero nadie dudaría de su falta de compromiso y continuidad en su cargo si así lo hiciera. Por ello, el senador olvida algo esencial del servicio público, y es que no se trata de un trabajo remunerado más, sino de una vocación de servir al prójimo por sobre los intereses personales.